Director: Mamoru Osihi  

CompaƱƭa: Studio DEEN  

GĆ©nero: Ciencia FicciĆ³n.
CategorĆ­a: Seinen.  

AƱo: 1985

La niƱa que vaga en un mundo donde el silencio del hombre impera. 

Cuando hablo de Mamoru Osihi suelo tener los ojos iluminados pese a que sĆ© que las obras de este hombre no sĆ³lo son complejas, sino lentas y que pueden hastiar, caer en el sopor mĆ”s profundo, al pĆŗblico medio; y no sin razĆ³n. Es posible que los que me leĆ”is por la revista aĆŗn no lo sepĆ”is, pero los que me conocen por otros lados de seguro. Y si habĆ­a una obra que querĆ­a ver con cierto ahĆ­nco era “El huevo del Ć”ngel”, un corto surrealista donde los haya que cuenta con el dibujo del gran Yoshitaka Amano, uno de los principales diseƱadores de la saga Final Fantasy que actualmente suele encargarse sĆ³lo de sus portadas. Saber que estos dos genios en su campo trabajaban juntos sĆ³lo aumentaban mi placer para con esta obra, imaginĆ”ndome el gran orgasmo final con el que me dejarĆ­a.


La pelĆ­cula es sencilla en cuanto a planteamiento primario. Dibujo con esa estĆ©tica entre en manga y el dibujo japonĆ©s mĆ”s tradicional aĆŗn, donde el color se vuelve cĆ”lido y frĆ­o en sus debido momentos. El silencio suele imperar y el ruido de alrededor se convierte en un protagonista mucho mĆ”s palpable a nuestra pequeƱa niƱa. Una niƱa que comienza su rutina, protegiendo en su vientre, bajo ropajes, un extraƱo huevo ante el viaje que va a emprender por los verdes prados, por los bosques fantasmagĆ³ricos, entre lugares anegados de agua y ciudades no tan vacĆ­as donde zombis obsesionados en cazar sombras sĆ³lo se mueven en presencia de Ć©stas. Todo ello mientras una aparente guerra parece existir.


La naturaleza: la bella, la agĆ³nica, la hipnĆ³tica y la terrorĆ­fica. La ciudad creada por el hombre: oscura, desolada, vacĆ­a, sĆ³lo dominada por hombres que viven para un sueƱo surrealista siendo meros zombis de su propia obsesiĆ³n. El huevo: esa incĆ³gnita que protege con todo su ser una niƱa indefensa, como si sĆ³lo viviera para ello, es lo que le insufla vivir en aquel desolado mundo. La niƱa: la humanidad, perdida en aquel extraƱo mundo, vacĆ­o pese a la existencia de personas, siempre oscuro… a veces hermoso. La guerra o no guerra mĆ”s allĆ” de los que vemos: el miedo de todo ser vivo, una muerte que se asoma al umbral de la puerta. Pero en ese dĆ­a algo va a cambiar en su rutina, la presencia de un joven guerrero que estĆ” destinado a hacer algo con esa muchacha. ¿Viene para liberarla o confinarla a ese mundo de miseria pero mundo a fin de cuentas?



Surrealismo con mil incĆ³gnitas y mil respuestas.

No se le puede buscar mĆ”s sentido a esta pelĆ­cula que no sea lo que haga sentir a cada espectador que la mire. Para muchos el soponcio, para otros plagar nuestra mente de incĆ³gnitas, y para pocos sĆ³lo mostrar incĆ³gnitas que siempre estĆ”n ahĆ­, frente a nosotros, en el dĆ­a a dĆ­a, nada nuevo en realidad y a las cuales no es necesario responder.

Por muy catĆ³lica que se revele la animaciĆ³n, con detalles a Ć©sta desde el comienzo que irĆ”n de menos a mĆ”s hasta la confesiĆ³n del protagonista masculino, revelando el punto bĆ­blico exacto que podrĆ­a darnos una soluciĆ³n con respecto a la historia que nos intenta plasmar Osihi; la verdad, y siguiendo una declaraciĆ³n general de este director, es que la soluciĆ³n que el espectador quiere ver, no es lo importante. Lo que aquĆ­ importa es el enfermizo aferramiento a los sueƱos como sueƱos, o a lo material esperando un sueƱo irreal. BĆ”sicamente: nos engaƱamos, muchas veces de forma innecesaria, otras no hay otra para seguir viviendo.

Zombis aferrados a cazar sombras, una niƱa aferrada a un huevo… Todo hilvanado con nuestro cuarto protagonista, la mĆŗsica escasa pero envolvente, siendo asfixiante cuando debe, una delicia cuando procede, de Yoshihiro Kanno. Su final es sĆ³lo el comienzo, el comienzo de que queramos o no entender en quĆ© nos hemos sumergido. Y aunque no queramos entender nada, aunque creamos que argumentalmente puede ser el mayor bodrio y tomadura de pelo que jamĆ”s se ha escrito –lo cual es un hecho donde yo opino todo lo contrario-, es imposible negar la belleza tĆ©cnica, artĆ­stica, con la que se nos plantea.

Y acabemos, asĆ­, recordando a ese Ć”ngel encorvado, sin escapatoria, lleno de una pena tal y un terror incomprensible para el hombre, que se convierte en nuestro despertar, el despertar de una obra que desde el comienzo sĆ³lo tiene un fin: dejar aquello a lo que nos aferramos para seguir adelante, dejando la antigua mentira a un lado.